Hay un antes y un después de pasar por algo así en absolutamente todos los sentidos:
- Si te notas más triste que nunca, es normal.
- Si te sientes extremadamente sólo aunque tengas gente a tu alrededor, es normal.
- SI no sabes quién eres, es normal.
- Si notas que quieres mucho menos a la gente, es normal.
- Si a veces te dan ganas de mandarlos a todos a la *****, es normal.
- Si a veces quieres pasarte todo el día escondido a oscuras dentro de un armario, es normal.
- Y si crees que todo ha terminado y ya no hay ningún futuro para tí, es normal.
Pero también es importante que recuerdes que al pensar que todo ha terminado y no hay futuro para tí estás muy pero que muy equivocad@.
De momento ten muy claro que cualquier cosa que sientas, por extraña que te pueda parecer, es muy normal.
Todo lo que sientes es normal.
Y, por supuesto, recuerda que no eres la primera ni la última persona que tiene que pasar por esto, así que no sientas vergí¼enza y choca esos cinco con los que ya lo hemos pasado o lo están pasando ahora porque somos muchos los que estamos por aquí dispuestos a intentar echarte un cable siempre que lo necesites.
¡Ah
Y si llevas meses medicándote pero no notas mejoría, es normal.
De hecho, habrá semanas en que notes que empeoras. Es también es normal.
La medicación que hay que tomar después de pasar por algo así es demoledora por una razón muy sencilla: tienes que mantener el cerebro en marchas bajas para asegurarte de que no se te vaya a ir de nuevo la pinza.
El problema es que lo mantiene tan pero tan bajo, que se instala en tí la sensación de que ya no valdrás para nada nunca más.
Pero ahora ya sebes que sentir eso, es normal.
Texto de Ángel Martín de su libro.
"Por si las voces vuelven"